Seguimos hablando del ciclo de vida de los productos en previsión del ecodiseño. Analizando cada una de esas etapas y haciendo un estudio pormenorizado de lo que se puede aportar como buena práctica o lo que se puede disminuir ya que es dañino en cada una de ellas, podemos conseguir un buen resultado final.
Cuando un equipo de diseñadores se reune para crear un nuevo producto, algo que se tiene en cuenta es la durabilidad del mismo. Y no sólo la durabilidad, sino también la capacidad de ser arreglado o de poder sustituir alguna pieza estándar existente en otros productos. Mientras más duradero sea un objeto, menos se necesitará uno nuevo (al menos teóricamente, aunque entramos en los límites territoriales de la sociedad de consumo) y por extensión menos residuos se generarán. Mientras más accesorios o piezas estándar compartan nuestros productos, por ejemplo la cámara de fotos, el mp3, etc con su cable USB, menos necesidad de comprar nuevos productos o menos intención de desechar alguno de ellos por pérdida o defecto del accesorio.
En las guías de estilo para una vida "eco", se anima a reparar antes que tirar. Sobre todo se pone el ejemplo de muebles, que pueden ser barnizados, pintados o tapizados de nuevo, o la ropa, que puede llevarse a casa de arreglos. Muchas veces el problema reside en la mentalidad, en la falta de compromiso medioambiental y en la situación de consumo actual, basado en modas que vivimos. Pero tiene lógica. Lógica ambiental e incluso económica.
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